Veintitrés años lleva Lina Vélez de Nicholls pedaleando un mismo proyecto. Su gran obsesión. Que Antioquia tenga salida al mar. Sobre eso conversamos en Atemporal (aún no está al aire).
Además de la admiración que le produce a un milennial ver a alguien firme en un mismo proyecto durante décadas, me hizo pensar que existen dos tipos de líderes: los zorros y los erizos (la metáfora de Isaiah Berlin parece ser la única manera de partir el mundo en dos, de manera que aquí también abuso de ella). Los zorros son eclécticos; trabajan en varios proyectos al tiempo, y le apuestan a que la suma de todos sus esfuerzos valdrá la pena. Los erizos concentran toda su voluntad en un solo proyecto. Un macroproyecto.
Estos macroproyectos son lo suficientemente potentes como para producir un efecto desencadenante que supera el resultado directo del proyecto en sí. Si Antioquia sale al mar no solo se vincula con el comercio internacional (efecto directo), sino que bombea vida económica a lo largo de esa arteria, la carretera al mar. A veces, simplemente, los macroproyectos son vitales: de no lograrse, todo deja de importar. Piensen en Churchill y la guerra contra los Nazis.
En Colombia hemos tenido presidentes erizos y presidentes zorros. Santos es un viejo zorro pero como líder es un erizo. Tuvo una obsesión singular: firmar el acuerdo de paz. Uribe también fue erizo. Lo importante era recuperar la seguridad; ese logro aliviaría los otros problemas del país. Barco, en cambio, era un zorro al que le tocó volverse erizo. Llegó con varias apuestas —agua potable, conservación del Amazonas, régimen de oposición— y le tocó concentrarse en lo único que importaba en ese momento: ganarle la guerra a Escobar. Más de treinta años después, sus palabras todavía estremecen: «No vamos a flaquear o a ceder. Tenemos que ganar esta guerra». Son palabras de un erizo.
Erizos y zorros, ambos son necesarios. De los primeros admiro su paciencia y la templanza de jugarse el todo por un proyecto que bien puede no concretarse. De los segundos su mente amplia, su capacidad de moverse en múltiples mundos, gestionar varios proyectos al tiempo, y regar todo el jardín cuando lo tentador es gastarse toda el agua en la sequoia de la entrada.
Ahora, no hay que dejarse engañar. Todo el mundo puede posar de erizo o de zorro, pero pocos son capaces de liderar. Duque diría que, como Barco, él fue un zorro al que le tocó volverse erizo. Que venía con varios proyectos pero que le tocó gestionar uno imprevisto: la pandemia. Puede ser. Aunque hay que decir que nunca entendimos cuáles proyectos eran esos y que tal vez, de haber entendido qué significaba «paz con legalidad», solo tal vez, podríamos habernos entusiasmado con la presidencia que menos pasiones ha despertado en nosotros, los siempre dispuestos a apasionarnos, colombianos.
Petro, por su lado, nos enredará diciendo que él es las dos cosas al tiempo (o más bien dirá que él es Todas las Cosas). En lo local es un zorro que habla de paz total, y de reformas laborales, pensionales, y de salud. Mientras que internacionalmente es un reconocido erizo, pues avanza en un macroproyecto (el macroproyecto para acabar con todos los macroproyectos): salvar a la humanidad de la extinción. El problema es que puede que Petro sea a la vez erizo y zorro (es más, puede que en efecto sea Todas las Cosas en Todas Partes al Mismo Tiempo), pero líder no es. Y sus proyectos locales no pasan de postulados que nada dicen, mientras que su macroproyecto no es más que un delirio. Pero no lo culpo: nadie más propenso a sufrir delirios que aquel que es, a la vez, todas las cosas: erizo, zorro, Madre tierra y Padre de los desamparados.
Recomendación de la semana
Canción: Making it up de Bob Schneider
Tengo pegada una partecita de esta canción hace (no exagero) 4 o 5 semanas. Dice:
Well I did what i could
With what i was given
It surely isnt much
Its just made to do this living
A propósito de la máxima Rooseveltiana: “Do what you can, with what you have, where you are”.