Me imaginó que ya todos han leído algún texto que se titule así. Es estadísticamente improbable que no, pues elogios de los clásicos se escriben todos los días. Ya el discurso lo conocemos: que son «clásicos» pues nunca pierden su vigencia, que nos interpelan siempre, según la situación que estemos viviendo, que se pueden leer ciento y una veces y siempre tienen algo nuevo para decirnos. No voy a escribir de esos clásicos, pues no me siento moralmente capaz. Empecé El Quijote y no he podido pasar de la página 400, 600 u ochocientos, ya ni me acuerdo (de hecho, se lo confesé a Andrés Caro, en el más reciente episodio de Atemporal). Voy a hablar de otro tipo de clásicos, aunque reconozco que no a todos les parecerá correcto que yo le asigne a un arte inferior tan pesada etiqueta. Hablo de las películas. Específicamente, de las películas con las que me críe. Esas a las que uno sometió una mente en formación una y otra vez mientras el VHS le daba vueltas y vueltas a ese par de ruedas blancas del cassete.
Imposible que haberle dado a un cerebro joven dosis extras de las mismas películas una y otra vez no haya producido algún condicionamiento en uno. Les propongo un ejercicio: vuelvan a ver las películas de su infancia y de su adolescencia y vean que —como los clásicos— no han perdido su vigencia.
Hace no mucho me vi Mi novia Polly. Todo un clásico. El punto máximo en las carreras de Jennifer Aniston, Ben Stiller, y el mono ese que cuando niño tocaba memorablemente la flauta en la película aquella de cocodrilos (chiste solo para los mi-novia-polly-lovers). Bueno, tal vez no el punto máximo en sus carreras, pero en todo caso una película entretenida. Lo que sí es verdad es que volviendo a ver este clásico descubrí que muchas de las ideas que tenía sobre el amor, por ejemplo, venían directo de ahí. Algún guionista, sin saberlo, había implantado una versión sobre el amor que viviría durante años en mi cabeza (y que de pronto ahí sigue, no sé, habría que volver a verla). ¿Una película que te define para los años que vienen? Todo un clásico.
Otra que vi fue Jurassic Park. Qué clásico. Véansela otra vez y reemplacen a los dinosaurios con la Inteligencia Artificial. Me cuentan qué tan asustados quedan. ¿Y esta idea de que los clásicos siempre nos interpelan y siempre tienen algo que decir indistintamente de lo que estemos viviendo? Basta que vean la parte en la que uno de los protagonistas dice lo siguiente (noten su vigencia y sientan los escalofríos):
“Los científicos estaban tan preocupados con si era o no posible que nunca se detuvieron a pensar en si debían hacerlo”.
¿Qué clásicos los marcaron a ustedes? Los leo. Y no. No se valen libros.
Recomendación de la semana
Película: Mi novia Polly
Un paranoico corredor de seguros enamorado de Jennifer Aniston, que tiene un Huron como mascota. ¿Qué más reseña necesitan?