Andrés Acevedo Niño es el escritor detrás del hit cultural 13%, el principal podcast narrativo en español sobre trabajo y carreras profesionales. Durante los últimos cinco años, Andrés ha consolidado una perspectiva única acerca del trabajo humano: ha escrito las historias de los líderes más relevantes de diversas disciplinas y ha dado visibilidad a oficios comúnmente invisibles, como guardias de seguridad, vendedores ambulantes y médicas de UCI. Su trabajo digital, que incluye el emergente podcast de entrevistas, Atemporal, ha tenido una fuerte acogida en el mundo empresarial y sus contenidos alcanzan mensualmente a una audiencia de más de 60,000 personas y han superado un millón de reproducciones.

Nacido en Medellín, Andrés estudió derecho en la Universidad de los Andes, juega squash y actualmente vive entre Bogotá y Medellín.

Historias de personas que encuentran satisfacción en el trabajo. Una minoría especial que no odia los lunes ni espera impaciente a que llegue el viernes. 

Una vez a la semana envío un mini ensayo de mis aprendizajes y ocurrencias (me interesa la creatividad, el trabajo humano, los libros, la historia y las tensiones de la vida en sociedad) más una recomendación (libro/artículo/documental/frase para considerar). Suscríbete y recibe todos los miércoles el newsletter. 

Conversaciones con líderes empresariales y políticos, jugadores creativos, autores y pensadores.  

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Una vida hecha a la medida de la media

Un McDonald’s encima de un volcán Un empresario cuyo negocio estaba montado en Facebook dijo todo lo que había que decir: «este negocio es como tener el Mcdonalds más rentable del mundo, pero encima de un volcán». Nunca se sabe cuando va a estallar el volcán. Y el volcán estalla. De un día para otro Instagram cambia el algoritmo y ya no le interesan las fotos ni los textos (como pueden ver, sigo dolido). La tiktoktización de Instagram plantea una pregunta para el creador y es si uno debe adaptarse al medio. Y aún más, si hay algo de diferente entre hacer videos y escribir textos. Pareciera que da un poco igual. El video puede ser un texto leído. Pero lo cierto es que no da igual. Subestimamos lo mucho que el medio nos condiciona. Uno se sumerge en el universo twittero y muy pronto sorprende a su cabeza pensando

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El presidente inseguro

Dicen que el escándalo de Watergate se habría evitado si tan solo «un tonto» no se hubiera tomado tan en serio lo que decía Nixon. Los asesores cercanos del presidente sabían que de él surgían dos tipos de órdenes: las que quería que se ejecutaran y las que solo daba para impresionar a alguien. La tarea principal del asesor era diferenciar entre órdenes «operacionales» y afirmaciones del ego. En una ocasión, al ser informado sobre el secuestro de un avión con pasajeros estadounidense, Nixon, que estaba comiendo con unos amigos, respondió: «bombardeen el aeropuerto de Damasco». Al día siguiente se alegró al constatar que la orden no había sido ejecutada. No había sido dada con ese fin. Esa necesidad de impresionar se remontaba, dice Kissinger en Leadership, al carácter inseguro del presidente. Uno creería que es imposible que un presidente sea inseguro, pero la aparente contradicción se resuelve cuando se

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De presidentes y zorros

Veintitrés años lleva Lina Vélez de Nicholls pedaleando un mismo proyecto. Su gran obsesión. Que Antioquia tenga salida al mar. Sobre eso conversamos en Atemporal (aún no está al aire). Además de la admiración que le produce a un milennial ver a alguien firme en un mismo proyecto durante décadas, me hizo pensar que existen dos tipos de líderes: los zorros y los erizos (la metáfora de Isaiah Berlin parece ser la única manera de partir el mundo en dos, de manera que aquí también abuso de ella). Los zorros son eclécticos; trabajan en varios proyectos al tiempo, y le apuestan a que la suma de todos sus esfuerzos valdrá la pena. Los erizos concentran toda su voluntad en un solo proyecto. Un macroproyecto. Estos macroproyectos son lo suficientemente potentes como para producir un efecto desencadenante que supera el resultado directo del proyecto en sí. Si Antioquia sale al mar

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El cuento de la gata

Lo difícil de las situaciones difíciles no es solo superarlas, también es depurarlas. Aprender la lección correcta. En una tertulia de las que hacíamos para aprender sobre el trabajo y la carrera profesional, David Escobar nos contó el cuento de la gata, que le leyó a Mark Twain. Una gata, desprevenida, se sienta en una estufa caliente y se quema. La gata queda traumatizada y de la desafortunada experiencia aprende a nunca más sentarse en estufas calientes. Y en estufas, en general. Es más, aprende a nunca más sentarse. No siempre es fácil aprender lo que hay que aprender. A veces toma tiempo desenterrar la lección correcta; hace falta remover mucha tierra antes de empezar a ver con claridad. El problema es que cuando uno está pasando por un momento difícil quiere superarlo cuanto antes. Y en ese afán de cerrar la herida, se presenta una lección incorrecta —pero que

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Mantener la tensión

Tengo una máxima en la vida que suena irresponsable: «la mayoría de los problemas se resuelven solos». Hace unos meses mi hermana me contó que lo había intentado y que, en efecto, los problemas cuando se los deja en paz tienden a resolverse. Esta idea choca con nuestra cultura, que premia al gerente que «está encima de los problemas», y cree negligente al que busca aislarse de ellos. Lo ideal en nuestra cultura es anticiparse; cortar las situaciones de raíz, un poco al estilo de Javert en Los miserables (la película, el libro no lo he leído) que acaba con la revolución antes de la tercera noche. Es un experimento que les recomiendo: pongan el celular en modo avión toda una mañana. Apuesto a que al final del día tendrán, al menos, una conversación en la que hay, primero, un problema con su respectiva petición de intervenir y, segundo, el

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Emprendedor funcional

Hay gente, como Daniel Bilbao, que apenas se monta a un taxi se pone a calcular los costos de la gasolina y del mantenimiento, el margen del negocio, y la plata que le queda al final del día al conductor. Yo no soy así. Hay gente, como Andrés Arango, que da vueltas por los centros comerciales mirando los puestos de helados y preguntándose por qué manejan cuatro sabores en vez de tres. Yo compro el Mcflurry y me doy por bien servido. Esa gente es empresaria nata. Van por las calles con un lente empresarial; calculan PyGs a manera de entretenimiento. Les es tan natural como respirar. Yo me enteré ayer qué significa PyG (perdidas y ganancias). Andrés Arango me lo tuvo que explicar. Hay una tentación arquetípica para el que, como yo, quiere ser creador. Consiste en volver su creación el mejor negocio posible. Para los puristas, mezclar arte

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El secreto de las brujas

En una entrevista reciente, un empresario me contó de una fábrica que tenía en Venezuela y que generaba buena parte de los ingresos de su compañía. Con la debacle venezolana, la fábrica dejó de operar. Por más que intentó salvarla, nada sirvió contra la corriente chavista ante la cual cualquier esfuerzo humano ha sido —hasta el momento— inútil. Los meses de remar contracorriente frustraron al empresario. Estaba viendo sus ingresos esfumarse y nada de lo que hacía servía para taponar el desangre. Un día tuvo un cambio de perspectiva. Sentó a su equipo y les dijo: «si en vez de poner nuestra atención en cómo salvar esto nos hubiéramos concentrado en nuevas oportunidades, estoy seguro que ya habríamos doblado lo que producíamos en Venezuela». «El secreto de la brujería», me contó, «es que a lo que uno le pone atención crece». Esto es fácil de identificar cuando juega en contra:

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