La vida a la defensiva
Es apenas natural: en el colegio no importaba lo bueno que eramos en ciencias, sino lo malos que eramos para matemáticas. Crecimos reparando grietas en el tejado, mientras ignorábamos que nuestro jardín tenía el potencial de ser de talla mundial. Pudiendo trabajar en volvernos excepcionales en unas cuantas cosas, nos ocupamos de volvernos aceptables en todo. ¿La consecuencia de eso? Nos volvimos uniforme, estudiantes promedio, pero lo peor de todo: interiorizamos la creencia de que es preferible pasar todas las materias a sobresalir en un par de ellas.
Al sistema educativo lo atacan por todos los frentes, pero si hay uno que encuentro doloroso es este. Nos enseñaron que era mejor tener veinte casas sosas de techo solido a tener un jardín excepcional digno de admirar.